24.6.15

What a feeling is believing!

Lista para comenzar a escribir el post de hoy.

Creo que la primera vez que lloré sin razón aparente fue a los 12 años. En ese entonces este llanto se atribuyó a mi reciente despertar hormonal (sigo esperando el momento en el que mi busto se desarrolla, ¿eh, hormonas?) y a los cambios que mi cuerpo experimentaba al cambiar de niñaamujer. De hecho, esa fue la única explicación que me ofrecieron durante los primeros años de mi pubertad-adolescencia. "Es normal" decían, "son las hormonas" decían. Y yo lo creía. Yo lo creí durante años.

¿Pero qué pasa cuando han pasado 10 años y sigues llorando sin razón? ¿Qué pasa cuando esos llantos son más frecuentes cada vez? ¿Cuando tienes lagunas mentales después de haber llorado durante horas? ¿Qué pasa cuando lloras pero no sientes nada? ¿Qué pasa cuando tienes miedo de todo? Te llevan al psiquiatra, eso es lo que pasa. Y el psiquiatra te dice que algo falta en tu cerebro. Y el psiquiatra te da unas píldoras mágicas (algunas veces) que te hacen sentir mejor*. Y llegas más o menos bien a los 28 años.

Cuando has pasado por algún tipo de enfermedad mental o trastorno de la personalidad, surgen muchas preguntas al respecto. En mi caso, la más común era "¿por qué?" ¿Por qué me siento así? ¿Por qué estoy llorando? ¿Por qué tengo miedo? ¿Por qué no puedo ser feliz? Ese tipo de preguntas que no tienen respuesta porque, y me lo dijeron tantas veces, "cada cabeza es un mundo. "Qué respuesta más pendeja", pensé incontables veces. Pero creo que Pixar y Disney no pensaron lo mismo porque su nueva película Intensa Mente (Inside Out, pues) se trata precisamente de eso.

A mi me flipa todo lo que es Disney, y más cuando Pixar está involucrado, así que esta semana fui al cine a ver lo nuevo de disneipicsar, ya preparada para un abuso emocional del bueno, del bonito al que me tienen tan acostumbrada. Y, claro, no me decepcionó.

Porque, ¿qué es la vida sin algo de INCONTROLABLES SOLLOZOS QUE NO PARAN?

Intensa Mente se centra en una niña, Riley, y todo el desajuste emocional que implica el mudarse de Minnesota a San Francisco. El encanto en esta ocasión, es que no lo vemos desde afuera, sino dentro de su cabeza. Es así como conocemos a Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Desagrado, quienes viven dentro de su mente y observamos durante 102 maravillosos minutos cómo es que gracias a sus acciones Riley desarrolla recuerdos relacionados con una emoción específica, características especiales de su personalidad y, lo más importante, qué pasa cuando te faltan la Alegría y la Tristeza. Wow. They fucking went there.  

En un principio Alegría es la emoción principal, la que está al mando y la que controla a las demás (un mundo ideal, amirite?), y claro está, lucha porque todos los recuerdos, ideas, y acciones de Riley sean felices y alegres yupi. Claro, Miedo, Ira y Desagrado son aceptables, pero ¿Tristeza? Totalmente fuera de discusión. Tristeza es tratada, de la manera más amena posible, como una paria. Porque sentir Tristeza está mal. Porque la Tristeza no sirve para nada. Porque nadie quiere a la gente triste, ¿cierto? Creencias tan arraigadas en la conciencia colectiva que nuestra primera reacción al encontrarnos a alguien que pasa por un momento de genuina tristeza o depresión en su vida, nuestra primer reacción es tratar de animarla y alegrarla, sin ver más allá, sin mostrar empatía o tratar de comprender las razones de ese sentir. 

Es precisamente al darse cuenta de que hay algo más allá que el simple hecho de sentirse feliz y desdichado que Alegría da su lugar no solo a Tristeza, sino también a las demás emociones dejando que converjan de tal forma que los recuerdos y pensamientos centrales no se limiten a un solo sentimiento, y abrazan la belleza de los, ajá, sentimientos encontrados.

Considerando que, según cifras del IMSS, en nuestro país aproximadamente entre el 2.5% y 3% de la población (más o menos 3 millones de personas) padecen depresión (ya sea de leve a crónica), el tener un punto de referencia, que seguramente será un hito en la cultura popular, para la comprensión de cualquier tipo de trastorno afectivo me parece maravilloso, sobre todo si tomamos en cuenta que sólo menos del 20% de quienes los padecen se deciden a buscar ayuda, pudiendo tardar hasta 14 años en hacerlo.

Y bien, sí, Intensa Mente me dejó muy clara la imagen mental de la mentada cadacabezaesunmundo, pero dentro de esa cabeza, habitando en ese mundo, los sentimientos son los mismos. Sea cual sea el que nos controle está bien, siempre y cuando nos demos la oportunidad de sentirlos todos. TODOS, dije.

Hola, me llamo la historia de Carl y Ellie + la mamá de Nemo

23.6.15

Soy un dinosaurio y me llamo Anacleto

Como buena niña que creció durante la década de los años 90s, obviamente, me flipaban los dinosaurios ("flipaban", ajá). No entiendo como llegamos a ser una generación tan detestable en nuestros años de adultez habiendo tenido una increíble infancia en la que fuimos bombardeada por una cantidad obscena de consumibles con temática prehistórica: películas, sitcoms, caricaturas, ropa, cualquier artículo que pudiese fabricarse en polipropileno y, claro está, la mejor cobija del mundo:

Los antropólogos del futuro estudiarán los extraños glifos en este textil de la llamada generación "millenial".

Ya fuera Pie Pequeño, el Bebé Sinclair, Denver o los Dinoplatívolos (cuando quería aventuras de "niños") para mí los dinosaurios eran las criaturas más cotorras de la creación y me dolía que no se hubieran podido salvar en el Arca de Noé.  Culpen a muy temprana instrucción católica por esto último.

En 1993 yo tenía 6 años y no tenía idea de quién rayos era Steven Spielberg, pero todos decían que iba a sacar una película en la que a) había dinosaurios b) la gente "moderna" y no "los cavernícolas" estarían en contacto con los susodichos, ¡qué maravilla! ¡Ese Señor Espílber tenía que ser un verdadero genio!

Cuando la gente me pregunta que quién me hizo tanto daño, quisiera poderles dar el nombre de aquella persona que rompió mi corazón diciéndome que en esta película los dinosaurios NO hablaban con los humanos, NO cantaban, NO usaban ropa cool y que, probablemente, el Tiranosauriorex se comiera a los otros dinosaurios (yo sabía que era malo, pero no sabía a qué extremo), pero no recuerdo el nombre, no.

Quisiera poder decirle a mi yo de 6 años que no sea nena, que no chille ni haga berrinche, se aguante y vaya a ver la película... Pero como aún no soy acompañante del Doctor y todavía no viajo con él a través del tiempo y el espacio, Zazil de 6 años tendrá que esperar 22 años para descubrir la magia de Yurasic Parc. Vein-ti-dós-a-ños. Sí... Y bien, básicamente, vi Jurassic Park por primera vez hace tres semanas, guiada por una mezcla de curiosidad, nostalgia, bullying y anticipación por Jurassic World.

Querida yo de 6 años: efectivamente, en Jurassic Park los dinosaurios no hablan, no cantan, no tienen ropita cotorrona y su interacción con los seres humanos no es precisamente óptima. En conclusión, es una película maravillosa y no puedo esperar a que la veas y te asombres.

Es inútil que más de dos décadas después hable de lo increíble que es JP, no sólo en el contexto cinematográfico, sino también en el cultural. Pero puedo hablar de su hija, Jurassic World, que es una secuela peromásbienno.

22 años después los infames incidentes ocurridos en Jurassic Park, InGen ha logrado cumplir el sueño dorado de John Hammond de crear un fabulantástico parque de diversiones con dinosaurios reales, y altísimo rendimiento económico. Como si Walt hubiera pitcheado un estegosaurio y no un ratón. Aviones y ferrys plagados de gente llegan a diario plagados de humanos deseosos de conocer de cerca a los primeros seres en reinar sobre la tierra. Así vemos a los felices humanitos bebés montar un bebé triceratops y alimentar un bebé brontosaurio en el petting zoo, a los felices humanitos en primera fila observar cómo un mosasaurio devora un tiburón, a los felices humanitos crear una nueva especie de dinosaurio más grande, más terrible y más colmilludo.Un Kanyesaurus Rex, vamos.

How much do I not give a fuck? Let me show you right now.

Al igual que en Jurassic Park ese maldito complejo-de-dios, tan inherente en el humano hace de las suyas. Kanyesaurus, efectivamente, doesn't give a fuck, y responde a su recién descubierta naturaleza, dejando un verdadero cagadero a su paso.  En el proceso Star Lord se vuelve el Guardián de los velociraptores, Brice Dallas Howard corre en tacones sin ensuciarlos, cansarse o lastimarse (ídola),  Vincent D'Onofrio trata de razonar, en vano, con un dinosaurio y BD Wong se asegura de salir, de nuevo, vivo de la Isla Nublar.

Los infantes que esta vez protagonizan la nueva entrega de la franquicia, describen a la perfección el antes y el después del desencanto de la infancia. Infante pequeño es una criatura adorable que no ha perdido su capacidad de asombro y para quien todo es nuevo, con un hambre de conocimiento y experiencias que, por desgracia, ya no se ve en las nuevas generaciones. Infante mayor, por su parte, es la representación fiel de las nuevas generaciones, tan acostumbradas a recibir la información digerida y al instante que todo pierde su estatus de novedad con la misma rapidez en la que lo adquiere.

El único pero que pongo, es que no hubo ni una escena de Chris Pratt sin camisa, pero supongo que no se puede tener todo en la vida.

That'll do, pig.

19.6.15

¡No hagas caso a tus papás!

Recuerdo los fines de semana de mi infancia temprana no con situaciones, sino con canciones (un verso, ugh). Por lo general las mañanas de los sábados sonaban a tuslabiosderubíderojocarmesí de Sandro de América, a miredoñasoledadpóngaseunpocoapensar de Alfredo Zitarrosa o a sontusperjúmenesmujer de Carlos Mejía Godoy, pero cuando mi mamá estaba especialmente de buenas sonaban a esto:



Y no sólo a los Hooligans, también a los Rebeldes del Rock, los Teen Tops, los Apson, los Rockin Devil's y similares. Ella decía que eso era rock y yo, inocente, lo creía. Así crecí creyendo que Enrique Guzmán o Alberto Vázquez eran los grandes exponentes del rock mexicano por excelencia. Insisto, inocente. Quien diga que sus papás no los han influenciado musicalmente, para bien o para mal, les está mintiendo, créanme.

Por alguna razón, me imagino que de alguna forma así sonaban también algunas mañanas, tardes peromásbien noches en la infancia de Vince Monster, vocalista y baterisa de los Rebel Cats, banda que además formó con su papá Vincent Van Rock, y a quienes tuve oportunidad de ver en vivo hace dos días.

¿Qué pensarían si su papá un día les dijera "m'hijo, vamos haciendo una banda de rockabilly"? Y no sólo eso, una banda de rockabilly-rockabilly: atuendos coordinados (y flashy, none the less), peinado pompadour, másomenos coreografías. Como Elvis vuelto a nacer pero en Tlatelolco.  Probablemente harían una jeta y le dirían que "no mame" por lo cual, espero, les daría un cachetadón por majaderos.  Escuincles igualados.

Nomás que me diga que le gusta el reggaeton y me lo chingo, ¿oyó?
Por suerte, Vince le dijo que sí, que arre, que cómo no, que awevo, y hace 10 años nacieron los Rebel Cats, con el maestro Van Rock en la guitarra principal, Vince en la voz y batería, Lalobilly en el contrabajo y, más recientemente, Chucho Tormenta en los teclados.

Al estar en un show de los RB se nota la influencia y linaje musical de Van Rock en los más jóvenes gatos de la banda, ¡claro! Rockear a los más de 65 años no cualquiera, y es que el señor realmente sabe lo que hace.  Verlos en vivo fue una experiencia de lo más gratificante.

La cita fue en el Teatro Vivian Blumenthal, un pequeño e íntimo recinto como los que, según Vince, vieron nacer el rockabilly allá por los años 50s, en los que la policía vigilaba que la moral y las buenas costumbres no fueran violadas con esos movimientos pecaminosos que los muchachos de la época llamaban "bailes", listos para dar un porrazo a quien se atreviera a ponerlos en práctica y sentarlos prontamente en su lugar. "Aquí no hay policía, y aquí si se puede bailar", invitó Vince alrededor de la tercera canción del set, a lo cual todos nos acercamos (más, yo que estaba en primera fila) al escenario a sacudirnos al ritmo de doo woop, hillbilly, woogie boogie y más. Era imposible no mover un piecito siquiera.

Al verlos en escena es difícil saber a qué prestar atención: los peinados, sus atuendos, las caras que hace Vince cuando canta, la increíble presencia de Van Rock,  los movimientos de Lalobilly con el contrabajo... Cada uno es un espectáculo por sí sólo, y el conjunto crea una sinergia como pocas veces he visto. 

Hacen lo que de verdad les gusta, para sí mismos y para la gente que los sigue, dejando todo en el escenario, porque saben lo que es ser fan de alguien y lo que los fans esperan de ellos. Al ver la interacción que tienen con sus seguidores puedo afirmar que son verdaderos rockstars, y lo mejor es que no se la creen. Bien podrían estar tocando en una vecindad para 10 personas o en el Palacio de los Deportes y el show sería exactamente el mismo.

Una de sus canciones, la más pedida de la noche por cierto, entrega el mensaje juvenil y desenfadado de "no hagas caso a tus papás", pero si tu papá es Vincent Van Rock, mejor sí hazle caso.

¡MIAU!


2.4.13

I can remember stories, those things my mother said...

Mi primer trabajo fue en una librería.  Librería Sandi, para ser exacta.  Es un lugar que aún después de años -y de malas experiencias- amo con locura, y me animo a decir que es uno de mis "lugares felices".

Cuando trabajaba ahí estaba encargada, principalmente, de dos secciones: la aburrdísima sección de ESL, es decir English as a Second Language, o lo que es lo mismo "libros p'aprender inglés" y "¿aquí venden libros para hacer el TOEFL?"; y mi sección favorita -desde antes de entrar en la fuerza laboral Sandiana-, la infantil.

Años antes de mi paso por ahí, pero varios años después de tener la edad estándar para disfrutara, la sección de libros infantiles ejercía -y aún lo hace- una magia irresistible en mí, así que dedicar parte de mis horas de trabajo a ella era un verdadero deleite: buscar nuevo material, hojear los libros, leerlos para reseñarlos, investigar sobre sus autores... 

Siempre voy a querer ser Meg Ryan en You've got mail... Y casarme con Tom Hanks al final.


Sin duda alguna uno de los autores que cambió para siempre los libros infantiles fue Hans Christian Andersen.  Y lo hizo sin quererlo, caray. 

Cuentos como El Patito Feo, La Pequeña Cerillera (llanto infinito) y, por supuesto, La Sirenita fueron sus obras maestras y sentaron un precedente para el estilo narrativo de historias infantiles en un futuro. Es por eso que a partir de 1965 se celebra cada 2 de abril, día de su cumpleaños, el Día Internacional del Libro Infantil.  Qué bonito, qué lindo, qué chulo.

Es por esto que hoy hay top de *redoble de tambor* libros infantiles, ¿qué otra cosa?  Estos son cinco libros que, literalmente (juar juar), me encantaron de niña y que espero algún día compartir con mis hijos.

1. Los cuentos de Peter el Conejo

Mi fascinación por los conejos no es fortuita. Peter el Conejo, es un pequeño desobediente que se mete en problemas por no hacer caso a su mamá ¿y AÚN ASÍ recibe chiqueos? Deme diez para llevar, por favor.

¿Les dije que también quiero ser Beatrix Potter?

2. El Gato en el Sombrero

Creo que podía pasar horas leyendo las rimas de Theodore Seuss Geisel, mejor conocido como Dr. Seuss.  Me parecían maravillosas, absurdas, ridículas. A los 5 años yo las consideraba lo más cercano a un poema y las ilustraciones de aparatos inverosímiles que podían limpiar la casa antes de que tu mamá llegara: simple genialidad.

Llámame Cosa 3, gato.

3. El Jardín Secreto

Este libro me remite, además, a mi primer Feria del Libro (no la FIL, a esa me tardé en ir), a una Municipal, para ser exacta.  Fue un regalo de mi abuelita Virginia, de quien, además del mal humor, heredé el gusto por los libros.

Fue mi "primer libro largo", sin ilustraciones, una historia maravillosa que me atrapó de principio a fin, con el primero que deseé saber qué pasaba con sus protagonistas después del FIN en la última página y claro, mi primer crush literario: Dickon.


4. Harry Potter y la Piedra Filosofal

Estaba en el primero de mis teens cuando leí la primer entrega de Harry Potter. Me quedé boba, enganchada y hasta la fecha puedo leerlos con la misma capacidad de asombro que hace 13 años.

"Besáme, Harry"

5. La Peor Señora del Mundo

El único libro mexicano de mi lista. No lo digo con orgullo, realmente.  Siento que a la fecha faltan libros "clásicos" en la literatura infantil mexicana, y me animo a decir que desde 1992 esta obra es digna de llevar ese título.

Como extra, este es el libro que regalaré a mis hijos cuando me digan que soy mala y que quieren otra mamá... Este o Coraline, para ese efecto los dos funcionarán.

No se equivoque, no es Elba Esther Gordillo.


1.4.13

Zazil Strangelove o: cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar al Metro

Hace 8 meses no paso por aquí, pero el abandono y el regreso a estos lares coinciden con un acontecimiento que causa más alegría que la concepción de María: las vacaciones. Así que fingiré que me fui de vacaciones durante 8 meses. O que viajé. O que hice algo de provecho...

Me parecía patético que en mis 26 años (así es, cumplí años durante mi ausencia, ¡felicidades a mí!) jamás hubiera salido de viaje sola.  En general hacer las cosas en esa calidad de "sola" es algo que evito. Me hace sentir apestada social.

Sin embargo, con el impulso que aún traigo por las novedades que este 2013 me ha traído (nuevo trabajo, nuevos amigos, nuevo auto, el cese temporal de mi asexualidad) pensé "¡qué demonios! Me voy de viaje" y me fui. 

Aprovechando las precoces vacaciones de Semana Santa (se vinieron rápido, jiji) decidí ir a visitar a uno de mis mejores amigos de la preparatoria a la capital, como buena pueblerina que soy, porque ¿por qué no?

Es que yo quiero más que vida provincial, oigan.

"¿Traes mucho equipaje?" fue lo primero que me preguntó, "una maleta mediana y mi bolsa, ¿por qué?", inquirí, ya que estaba segura que no iba a cargar mi equipaje, "para que no hagas mucho bulto en el metro" me respondió, al mismo tiempo que del otro lado del auricular, es decir el mío, sentía sus palabras igual de agradables que un escupitajo de tuberculoso.  Íbamos a viajar en metro. En metro. Metro.

Por favor no piensen mal, no tengo nada en contra del transporte público.  He sido su fiel y abnegada usuaria durante años, pero como clase-mediera moverme en una ciudad extraña a la mía significa una cosa: taxi, y como provinciana palurda, el metro representaba para mí lo peor: arrimones, asaltos, arrimones, olores desagradables, arrimones, mares de gente y arrimones.

Y espérate a que se hora pico, mano.

6:40 de la mañana del viernes. Es viernes Santo y por lo tanto el servicio del Metro no abre hasta tarde, ¡albricias! Nos fuimos a casa en Metrobús y después en taxi. Qué bonito. Alrededor de dos horas después muero de hambre y a mí me prometieron waffles. La forma más rápida de llegar, ¡ajá! El tan temido metro. La hora de la verdad había llegado y yo no estaba preparada. Descendimos los escalones, llegó el tren, nos subimos. Fue todo. ¡¿Dónde quedaron las apretujancias, los arrimones, los malandros estilo Oliver Twit robando mi cartera?! Mis prejuicios hacia el Metro acababan de ser disipados en los 5 minutos que hicimos en recorrer varios kilómetros.  Alabado sea el señor operador.

Ok, sí, no me he subido en hora pico, en una estación realmente fea y, aceptémoslo, DF está vacío en vacaciones.  Aún así, el Metro me pareció la cosa más fabulosa del mundo. No quiero ni pensar en cómo será viajar en el de Estocolmo, París o uno de esos países pudientes donde hasta barren.

No crean,  éste es el de pobres allá en París.

Lo que a mí me parece maravilloso del Metro es lo eficiente que resulta y el increíble servicio que provee a una población cuyo crecimiento es exponencial y correspondiente al de las distancias que deben recorrer día con día.  No por nada cuenta con 195 estaciones, 12 líneas, alrededor de 3.9 millones de usuarios diarios, casi 45 años de servicio y una identidad corporativa creada por Lance Wyman, quien también fue responsable de crear la icónica imagen de las Olimpiadas de México 68.

Claro, también tiene su lado oscuro: el comercio informal es descarado a más no poder (¡¿doscientas canciones de Ana Gabriel por 10 pesos?! ¡¿Burbujas que no se revientan y se me pegan en el cabello?! ¡¡¡¿¿¿Un paquete de Trident a tan sólo 5 pesitos???!!! Tomen todo mi dinero. NOT), la intensa actividad sexual ilegal que se sucita en sus instalaciones, los asaltos  y los ocasionales suicidios (26 durante 2007).

Yo no tuve ningún problema (esta vez) y mi experiencia fue grata (esta vez).  Tanto lo usé que para el segundo día ya tuve qué hacer uso de una tarjeta.  Está de más decir cómo me sentía.

Multipass!



1.8.12

Can't you just go somewhere on vacation? I could book your flight and pack your bags If you want

Mientras alguien lee esto yo estoy disfrutando de unas, a mi parecer, muy merecidas vacaciones.  Por favor imagínenme tomando el sol o nadando en las bellas aguas del Caribe mientras escucho esto de fondo. ¡Nos vemos el lunes!

Al igual que Milhouse, me emocionan a más no poder las vacaciones.

30.7.12

It's a leap that you have to make, it's the risk we all must take

Hace dos años escuchaba a Erlend Øye cantar Courage en vivo, y lo primero que pensé fue en mi ex.  Claro, el corte era reciente, no teníamos ni mes y medio de haber cortado y yo ya sentía que lo había superado, muy machita yo. En ese momento lo que sentí fue verdadero coraje, pero no la virtud que se refiere al coraje como valor, sino el sentimiento oprimido cuando algo te desagrada de sobremanera. Y cómo no iba a ser desagradable pensar en él en un momento tan fantástico.  Me caí mal.  Pero quien me cayó peor, fue Erlend Øye.

"Si me quieres demuestra coraje, coraje, coraje..." cantaba él, en inglés of course, habiendo antes cantado "pero yo no te voy a ofrecer ayuda, debes hacer esto tú solo".  Peor de gordo me cayó, porque yo de bruta ofrecí mi ayuda a alguien que no tuvo el valor, el CORAJE, de quererme, o de mantenerme, o de lo que fuera, y entonces, LA epifanía: cuando quieres realmente algo no necesitas pedir ayuda, porque de todas formas vas a hacer todo lo posible por conseguirlo.

Y bien, supongo que esto incluye pedir ayuda en algún momento, pero la cuestión es que aunque no la recibas seguirás insistiendo hasta lograr tu cometido.  Aunque no sepas por dónde comenzar.  Aunque te mueras de miedo.  Aunque todo.

La última vez que decidí pedir ayuda fue hace cerca de dos años, pero tardé casi diez en darme cuenta de lo mucho que la necesitaba y decir "tengo/quiero hacer algo al respecto".  No ha sido fácil, pero poco a poco he logrando lo que quería en ese momento, y en el camino he descubierto cosas que no sabía que quería obtener o lograr o tener.

Así que después de pedir ayuda, obtener muy poca, o casi nula, lo que todos habíamos estado esperando: la lista final de mis 30 antes de los 30. ¡¿Tanto para esto?! Por favor, he hecho más drama por cosas más pequeñas, creo que esto merecía un poco de emoción, ¿no? Así que, sin más aspavientos, LA lista:
  1. Tatuarme: el cliché de mi generación.  Desde que se volvió socialmente aceptable en lugar de un símbolo de rebeldía o, en su defecto, de haber estado en la cárcel o algo parecido, todos queremos un tatuaje, para mí una de las formas más puras, y a veces también más estúpidas, de representar quién eres, qué quieres, de dónde vienes; las posibilidades son infinitas...
  2. Viajar a NY, París y Tokyo: ciudades que ejercen una fascinación inexplicable en mí.
  3. Nadar con delfines: ¡delfines!
  4. Correr un maratón: poner a prueba a tu cuerpo y tu mente en un ejercicio de resistencia que, según dicen, cambia tu vida.  El antes y después de una carrera.
  5. Pelear en un ring 
  6. Escribir, ilustrar y publicar un libro para niños: varios de mis libros favoritos son para niños, ¿por qué no hacer algo que a mí me gustaría leer?
  7. Hacer cosplay: la cúspide de la ñoñez.  Por lo menos una vez en la vida debo de dejarme ver totalmente nerda y hacerlo.
  8. Nadar desnuda en el mar: al parecer esta experiencia deja una sensación parecida a la vivida dentro del vientre materno, además, me quiero encuerar. 
  9. Hacer un road trip de un extremo a otro del país, visitando cada estado: el romanticismo que representan los road trips es algo que me ha cautivado desde antes de conocer el término correcto para describirlo, si no puedo viajar por todo el mundo, por lo menos recorrer mi país. 
  10. Viajar de mochilazo por Europa: de nuevo, el romanticismo que representa viajar sobre la marcha, sin planes, sin restricciones, y más si es en un ambiente tan rico como el del Viejo Mundo.
  11. Ir a las luchas, al estadio y a un tugurio: no sé por qué, pero me parece que esta triada es tan tapatía como las tortas ahogadas.
  12. Viajar sola a un lugar totalmente desconocido: hay experiencias que son mejores en la soledad, y descubrir un lugar del que no sabes nada por tu propia cuenta, es una de ellas. 
  13. Aprender a tocar un instrumento musical: el que sea, son mis frustraciones infantiles. 
  14. Subir a un globo aerostático: para alguien que le tiene pánico a las alturas, subir a una estructura tan escueta y relativamente insegura como lo es un globo aerostático, es un gran reto. 
  15. Participar en un Oktoberfest: con dirndl y todo.
  16. Leer todos los libros de mi lista de 100 libros 
  17. Ver todas las películas en mi lista de 500 películas 
  18. Hacer un video viral donde haga lip-sync: una de las mejores y pocas sugerencias recibidas; debo hacer un video donde cante una canción (éxito cursi de los 60s, de preferencia), con toda la parafernalia necesaria, ¡una ocasión más para hacer el ridículo! 
  19. Grabar y producir mi propio podcast: porque, ¿por qué no?
  20. Conocer Disney World y The Wizarding World of Harry Potter: Los lugares más felices de mi mundo.
  21. Escribir el guión para un cortometraje y producirlo: no busco ganarme un Óscar (God forbids), pero si llegar a materializar una visión mía.
  22. Escribir para una publicación periódica: ya lo dije alguna vez, de aquí al New Yorker... o al Ocio, de menos. 
  23. Tener mi propio negocio: porque la independencia económica, el hacer algo que realmente quieres y que seas tu propio jefe... pues, debe ser lindo. 
  24. Casarme en las Vegas y anularlo antes de 24 horas: por los lols. 
  25. Ir al Carnaval de Rio de Janeiro, Mardi Gras de Nueva Orleans, Día de Muertos en Pátzcuaro, Carnaval de Venecia y a la Tomatina en España: carnes, carnes, tradición y máscaras. 
  26. Ver las 7 maravillas del mundo moderno (Chichén Itzá, Coliseo Romano, Cristo Redentor, Gran Muralla China, Machu Picchu, Petra y el Taj Mahal): ¿cuánto tiempo más van a estar ahí? 
  27. Terminar de aprender francés y estudiar portugués y japonés: por gusto y porque realmente no sabes cuándo van a ser útiles. 
  28. Hacer un voluntariado y cambiar/mejorar la vida de alguien: cuando recibes cosas buenas es lo justo compartirlas con alguien. 
  29. Ser extra en una película, comercial y/o video: mis 15 minutos (o menos) de (casi) fama 
  30. Participar en un flashmob: sólo por ser parte de algo fuera de lo común.

Razones válidas, no válidas o inventadas, pero muy mis razones, y espero de verdad poder realizar todo en esta lista, y de ser posible más, antes del gran y temible tres-cero.