Y no sólo a los Hooligans, también a los Rebeldes del Rock, los Teen Tops, los Apson, los Rockin Devil's y similares. Ella decía que eso era rock y yo, inocente, lo creía. Así crecí creyendo que Enrique Guzmán o Alberto Vázquez eran los grandes exponentes del rock mexicano por excelencia. Insisto, inocente. Quien diga que sus papás no los han influenciado musicalmente, para bien o para mal, les está mintiendo, créanme.
Por alguna razón, me imagino que de alguna forma así sonaban también algunas mañanas, tardes peromásbien noches en la infancia de Vince Monster, vocalista y baterisa de los Rebel Cats, banda que además formó con su papá Vincent Van Rock, y a quienes tuve oportunidad de ver en vivo hace dos días.
¿Qué pensarían si su papá un día les dijera "m'hijo, vamos haciendo una banda de rockabilly"? Y no sólo eso, una banda de rockabilly-rockabilly: atuendos coordinados (y flashy, none the less), peinado pompadour, másomenos coreografías. Como Elvis vuelto a nacer pero en Tlatelolco. Probablemente harían una jeta y le dirían que "no mame" por lo cual, espero, les daría un cachetadón por majaderos. Escuincles igualados.
Nomás que me diga que le gusta el reggaeton y me lo chingo, ¿oyó? |
Al estar en un show de los RB se nota la influencia y linaje musical de Van Rock en los más jóvenes gatos de la banda, ¡claro! Rockear a los más de 65 años no cualquiera, y es que el señor realmente sabe lo que hace. Verlos en vivo fue una experiencia de lo más gratificante.
La cita fue en el Teatro Vivian Blumenthal, un pequeño e íntimo recinto como los que, según Vince, vieron nacer el rockabilly allá por los años 50s, en los que la policía vigilaba que la moral y las buenas costumbres no fueran violadas con esos movimientos pecaminosos que los muchachos de la época llamaban "bailes", listos para dar un porrazo a quien se atreviera a ponerlos en práctica y sentarlos prontamente en su lugar. "Aquí no hay policía, y aquí si se puede bailar", invitó Vince alrededor de la tercera canción del set, a lo cual todos nos acercamos (más, yo que estaba en primera fila) al escenario a sacudirnos al ritmo de doo woop, hillbilly, woogie boogie y más. Era imposible no mover un piecito siquiera.
Al verlos en escena es difícil saber a qué prestar atención: los peinados, sus atuendos, las caras que hace Vince cuando canta, la increíble presencia de Van Rock, los movimientos de Lalobilly con el contrabajo... Cada uno es un espectáculo por sí sólo, y el conjunto crea una sinergia como pocas veces he visto.
Hacen lo que de verdad les gusta, para sí mismos y para la gente que los sigue, dejando todo en el escenario, porque saben lo que es ser fan de alguien y lo que los fans esperan de ellos. Al ver la interacción que tienen con sus seguidores puedo afirmar que son verdaderos rockstars, y lo mejor es que no se la creen. Bien podrían estar tocando en una vecindad para 10 personas o en el Palacio de los Deportes y el show sería exactamente el mismo.
Una de sus canciones, la más pedida de la noche por cierto, entrega el mensaje juvenil y desenfadado de "no hagas caso a tus papás", pero si tu papá es Vincent Van Rock, mejor sí hazle caso.
¡MIAU! |
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